Documental sobre el oso pardo cantábrico.
El compositor aplica una extensa y variada creación sinfónica que divide en cuatro bloques, según las estaciones del año, aunque son divisiones más en colores y texturas que en temas. También la divide en dos niveles: músicas que ubica orgánicamente, a ras de tierra y de los acontecimientos narrados (los diferentes animales y sus comportamientos) y músicas que se aplican para elevarse y trascender, en la forma de mensaje o de declaración de principios. Todos los temas que conforman el primero de esos niveles son elaborados, muy meticulosos, refinados, pero acaban siendo demasiados, se solapan y finalmente entorpecen algo el fluir del conjunto. En el segundo nivel se ubica el tema principal, una sencilla y bella melodía que funciona como declaración de admiración por la imponente figura del oso pardo y un tema central para el entorno en el que vive -los Picos de Europa- y que es tema también de tributo. Estos dos temas, y algunos otros, se posicionan en plano general allá donde las otras funcionan en primerísimo primer plano. El tema principal lo entrelaza y estructura todo, aunque no con la suficiente solidez, y en su conjunto, a pesar de su grandes virtudes, acaba siendo una banda sonora algo dispersa y difusa.