En el año 2009, en aguas internacionales cercanas a Somalia, un buque carguero estadounidense fue secuestrado por piratas somalíes, y el capitán emprendió una desesperada acción por liberarlo.
El compositor aplica una muy convencional y previsible creación que es eficiente pero también insuficiente. Se limita a acompañar y pautar la acción generando cierta tensión, con temas que se van sucediendo pero que no tienen en sí ningún elemento que resulte especialmente hostil o angustiante. La música, en este sentido es unidireccional: va dirigida a enfatizar la película, pero apenas cala en el ánimo del espectador, a quien se limita a ser observador pero menos partícipe. Siendo en su conjunto muy plana, intenta implicar emocionalmente con un tema liberador, tampoco especialmente interesante.