La ciudad de Boston entra en un caos apocalíptico a causa de las señales emitidas por los teléfonos móviles, que están convirtiendo a la gente en monstruos sedientos de sangre.
Banda sonora en la que el compositor pretende generar un entorno progresivamente más caótico y apocalíptico a la vez que incrementa también lo dramático y desolador, desesperanzado. Arranca con vigor y fortaleza y establece esos parámetros de modo claro, pero poco a poco se va difuminando y diluyendo, las músicas aparentemente tóxicas dejan de serlo y lo que se explica desde la perspectiva humana no tiene demasiada fuerza, por lo que la música pasa en el filme a un rol secundario.