Dos horas en la vida de diferentes personajes reunidos en un restaurante, con sus historias, sus problemas y sus amores.
El compositor se mantiene fiel a su estilo y elabora una banda sonora de agradables temas ambientales, en los que se prima el recurso al piano como instrumento principal y en el que la música es a la vez nostálgica y simpática. Inicia la partitura con un retentivo tema humorístico, que le sirve como punto de partida para el posterior desarrollo de su música y al que recurre ocasionalmente.
La abundancia de diálogos y la localización tan concreta de la película la podía haber reducido a ser teatro filmado, de no mediar la presencia de las melodías, que no solo aportan el componente abstracto necesario sino que facilita también la interrelación de los distintos personajes, así como permite enlazar las variadas situaciones que protagonizan. Otorga al filme una cuidada elegancia y lo hace mucho más agradable para el espectador.