Documental en torno al centro ceremonial de Chavín de Huántar, en el actual Perú, donde hace unos 3300 años una clase de sacerdotes se erigieron en gobernantes teocráticos y representaban el teatro del más allá, una liturgia para reforzar su poder.
A pesar de tratarse de un documental, y dado que es una recreación histórica, la banda sonora de esta película contribuye de modo decisivo a ficcionarlo con el obvio propósito no solo de explicar los hechos y acontecimientos sino de intentar introducir al espectador en el ambiente y entorno, haciendo que, de alguna manera, retroceda miles de años y se sienta parte integrante.
Es un propósito que se consigue con creces, porque esta es una extensa banda sonora muy envolvente que hace empleo de lo étnico no con fines meramente folclóricos sino singularmente dramáticos. Es una creación aparentemente caótica y abiertamente contradictoria, donde la mayor parte de la música es polvorienta, arenosa, incómoda e irrespirable, que el compositor contesta con un temario inquietantemente lírico y evocador, especialmente con un notable tema principal cantado que conoce algunas transformaciones. Se trata de provocar fascinación y también cierto sentido esotérico y misterioso, en momentos luminoso y en otros casi terrorífico.