Un joven busca la inmortalidad, para lo que debe enfrentarse a criaturas míticas y espíritus malignos.
Este es un Hisaishi menor, que queda lejos de las espléndidas creaciones con las que se ha significado en su carrera, y que acaba siendo algo apático y apagado. La suya es una banda sonora dramática y sentimental con destellos de luz en forma de momentos de elegante belleza, intimista, pero en un conjunto que no acaba de tomar forma ni estructura. La falta de solidez en su arquitectura de temas y la reiteración de ideas, así como la parca evolución y desarrollo en lo que es el tema principal es uno de sus mayores lastres y lo que finalmente hace que sea una creación poco interesante, sin la magia que pretende el resto del filme.