Durante una visita a su familia en México, un adolescente descubre a un joven chupacabras escondido en el cobertizo de su abuelo. Para salvar a esta criatura legendaria, él sus primos se embarcarán en la aventura de sus vidas.
El compositor firma una bella y bienintencionada creación con un muy bello tema principal que el protagonista aporta con una caja de música cuya melodía comparte con la criatura y que, expandida, les unirá en el resto del metraje hasta acabar siendo el tema de la propia criatura. Es un recorrido hermoso, simbólico, que se desarrolla en un contexto de diversos temas ambientales mexicanos y músicas sinfónicas para la acción, con cierto aire a Williams. El filme es deudor de Spielberg, es claro y honesto aunque menor y falto de impulso y fuerza en lo que concierne a la aventura como en lo dramático, aspectos que la música resuelve satisfactoriamente pero con los que no acaba de lograr paliar las carencias del resto de la película, que pese a todo resulta insulsa.