La historia de Ayla, una cromañón que se integra en un grupo de neardentales, pero cuya evolución, inteligencia y curiosidad la hacen distinta del grupo, por lo que es rechazada.
Probablemente por carencias presupuestarias, el compositor debió trabajar con sintetizadores, emulando con ello una partitura sinfónica para dar un aspecto grandilocuente y épico al conjunto. Sin embargo, supo aprovecharlos también para recrear un ambiente desolador y hostil, en el que las melodías, gélidas, ayudaban a incrementar la soledad y el aislamiento de la protagonista con respecto a su entorno.