Usuario: Mikel C.G Siw
Fecha de publicación: 04.03.2019
Apoteósica película que cierra la trilogía de manera sobresaliente y deslumbra (como lo hicieron las dos anteriores) por sus valores y su estética, sus planteamientos y su ritmo. Algo que me gusta es que los personajes han crecido desde la primera película y se enfrentan a desafíos y a dilemas (en la segunda sucedía lo mismo) más propios de adultos y cercanos a una filosofía ecológica que ha quedado grabada a fuego, nunca mejor dicho, en la evolución de los protagonistas principales, tanto vikingos como dragones. Hipo, por ejemplo, ya no es ese niño atemorizado e inseguro del primer film... Ahora es un revolucionario! Y es que no le quedan más pelotas si lo que quiere es llevar su plan hasta sus últimas consecuencias. ¿Convivirán dragones y vikingos al final de la disputa? ¿Habrá paz? Sólo contemplando esta tercera película se hallarán las respuestas a esos y a otros muchos interrogantes. Con permiso de algunos dragones muy simpáticos que he conocido, creo que los de la trilogía de HOW TO TRAIN YOUR DRAGON son los que más me llaman la atención. Me parecen una pasada y están hechos con máximo esmero. Quizás es pronto para decir si estas tres pelis se convertirán en clásicos o no. Al fin y al cabo no sé si dentro de cien años la gente seguirá viendo cine, o si por el contrario habrán sido ya transportados al interior de sus teléfonos móviles, viviendo entre circuitos... Yo, por mi parte, hablaré muy bien de estas películas cuando las circunstancias lo requieran. Me emociono mucho con ellas y negarlo sería como traicionarme a mí mismo.
En fin, es el momento de entrar a saco con John Powell. Uno de mis autores preferidos, desde siempre. Un genio absoluto que completa aquí una sinfonía realmente exultante, compuesta por tres bandas sonoras de enorme virtuosismo y repletas de emociones fuertes. Para este tercer capítulo, Powell combina los temas de las dos anteriores con nuevas melodías que cautivan sin remisión, resultando tan inspiradoras como era de esperar. Es una conclusión lúcida, vibrante, capaz de perforar los sentidos y el alma. Desde ya (y al igual que las otras), una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos; un océano de sensaciones que marcan de por vida. La música de Powell para esta película es casi un milagro, considerando los turbulentos tiempos que nos rodean y en donde "músicos rata" se cargan muchas películas que sin duda merecerían un tratamiento más acertado o, cuando menos, mayor respeto. Con Powell entre nosotros los amaneceres que vendrán serán memorables. Porque donde otros hacen el ridículo y dejan al descubierto sus carencias, este genial compositor deslumbra y arrasa con piezas como HOW TO TRAIN YOUR DRAGON 3. Algo de justicia hay en el universo, al fin y al cabo. Pues sin Powell y gente así, no quiero ni imaginarme los nombres de estos músicos raposos (hablo de Junkie XL, hablo de Lorne Balfe, hablo de Brian Tyler, entre otros petardos) en los carteles de todas las películas. Si eso pasase tendríamos un problema muy gordo entre manos. Quizás sería ese el momento de liarse a perdigonazos con todos estos directores y productores corruptos. Por dos razones principalmente; la primera, por ser incapaces de reconocer el talento, y la segunda (que en realidad es una consecuencia de la anterior), por decantarse por individuos de muy dudoso gusto para poner la música a sus películas.
A veces pienso que este hermoso planeta es como un enorme manicomio. Aunque entre tanta demencia también brota gente interesante. Gente que construye el mundo con su mirada. Gente como John Powell.