Un virus mortal estalla a nivel mundial, diezmando a la población en cuestión de días y propagándose por simple contacto.
El compositor recrea un paisaje desolado y devastado, donde no hay rastro de vida ni de emoción humana. En esta ambientación post-apocalíptica, fría y distante, hay algunos brotes melódicos de donde parece querer surgir una música dramática, pero esta es rápidamente engullida por el río de lava destructor que elimina cualquier rastro de ella en una creación que evoluciona hacia adelante, pero sin opción alguna a la esperanza.