Continuación de la saga iniciada en Rocky (76), donde el protagonista, completamente retirado y enfermo de cáncer, ayuda al hijo de Apollo Creed a seguir los pasos de su padre.
Lejos, muy lejos de los logros de Bill Conti en toda la saga, esta es una banda sonora con intenciones enfáticas similares pero con resultados considerablemente peores. Conti es referenciado -es la mejor parte del uso de la música en el filme- para darle a Rocky un tono crepuscular y digno, pero el grueso de la película se cede a un tema principal dedicado al nuevo protagonista. Es un tema que es heredero del espíritu de la legendaria canción Gonna Fly Now, solo del espíritu, desde luego no en las formas: donde en Rocky (76) por ejemplo se esperó al tramo final de la película para cautivar al espectador, aquí es permanentemente empleado sin ningún tipo de mesura y por supuesto sin evolución alguna: es una mera reiteración del mismo tema una y otra vez, con algunas variaciones dramatizadas ridículas. Y todo ello, colocado de la manera más impostada y artificial en escenas donde se hace obvio que fueron montadas sin pensar en adaptarlas al ritmo de la música, lo que provoca una asincronía entre ritmos bastante vergonzante. Respecto al tema musical en sí, en sus momentos más épicos parece más una música para las aventuras de Allan Quatermain en la África indómita y caníbal que la de un joven con aspiraciones pugilísticas.