Nueva Zelanda, mediados del siglo XX. La relación amistosa entre dos adolescentes es intensa y crean un mundo imaginario en el que se refugian para vivir de espaldas al resto del mundo. Como sus padres se oponen sospechando que su relación va más allá de la amistad, deciden que la mejor opción es el asesinato.
El compositor, lejos de inmiscuirse en el drama, aplica su música para reforzar el mundo ficticio en el que entran las dos adolescentes, con música bucólica e idílica. Temas de Ópera interpretados por Mario Lanza sirven para secuencias concretas del filme.