Cuatro excombatientes afroamericanos regresan a Vietnam en busca de los restos del jefe de su escuadrón y la de un tesoro escondido.
Viendo el filme se hace más que evidente que Spike Lee no pensó en música hasta acabado y montado, pues lo que hay son 150 minutos de puro parcheo musical impostado y con momentos que rozan lo ridículo. Esta es una creación que busca el impacto y la implicación emocional de modo forzado, sin desarrollo ni discurso, sin sinergia con las escenas, con música de apariencia seria y grave, trascendente pero tópica (redobles de tambor, elegía...) pero que no encuentra su espacio en el filme, al que no logra levantar ni tan solo con un tema principal deficientemente aprovechado. Tal y como está hecha la película, la música es más un estorbo que una ayuda, llega a generar saturación y, cuando pretende ser discursiva, por su sobreabundancia acaba por no decir nada. Al filme le sobra el 80% de la música.