Secuela de Deadpool (16), en la que el protagonista trata de hacer frente a su pérdida del sentido del gusto. Deberá luchar contra ninjas, yakuzas y un grupo de perros sexualmente agresivos...
No era difícil superar lo hecho por Junkie XL en el primer filme, así que tampoco hay mucho que celebrar ni mérito que reconocerle a Tyler Bates por el haber efectivamente subido algunos enteros el listón. A partir de eso, y olvidando el precedente, tampoco es esta una banda sonora que dé mucho de sí ni tenga nada destacable que aplaudir: es un espectáculo, una fiesta musical con temas enfáticos y divertidos, que en sí mismos no son particularmente notables pero que al menos unidos le dan empaque y cierta prestancia al conjunto. Es una música exagerada para a su vez exagerar y como banda sonora de comedia funciona bien. Más allá de eso no hay más.