Tercera entrega de Deadpool (16). Un apático Wade Wilson se afana en la vida civil tras dejar atrás sus días como Deadpool, un mercenario moralmente flexible. Pero cuando su mundo natal se enfrenta a una amenaza existencial, Wade debe volver a vestirse a regañadientes con un Lobezno aún más reacio a ayudar.
Banda sonora que supera tanto la creación de Junkie XL como la banda sonora de Tyler Bates. Rob Simonsen saca máximo partido al contraste en las personalidades de ambos personajes, con sus músicas, fusionando el humor irreverente de Deadpool con la esencia melancólica de Lobezno. La interacción entre los dos mundos tan marcadamente diferentes resulta en un cuidado equilibrio entre la comedia anárquica de uno y la intensidad sombría del otro. Simonsen emplea motivos distintivos para Deadpool y Lobezno, cada uno con sus características: el tema de Deadpool es errático, caótico e impredecible, en tanto el de Lobezno es más tradicional, subrayando su exterior duroy su alma torturada. Hay música sinfónica y electrónica, ortodoxa y también audaz. Se referencia al tema de Alan Silvestri de The Avengers (22) y el de Marco Beltrami de Logan (17) y hay abundante música para la acción. El tema principal, de Deadpool, es enfático y poderoso, lo estructura todo y tiene diveras apariciones breves hasta llegar a un final espectacular. En su conjunto, es una banda sonora que ayuda a establecer el tono del resto de la película, a dar dinamismo al conjunto y a aportar matices dramáticos interesantes, casi como subtextos.