Remake de Låt Den Rätte Komma In (08), sobre la amistad entre un muchacho solitario y una vampira.
En el viaje de este filme de la Suecia original a la nueva versión hecha en Estados Unidos muchas cosas se han quedado en el país europeo, y particularmente lo musical. Porque la comparación es inevitable -el filme no pretende ser diferente-, Michael Giacchino ha hecho un trabajo muy por debajo de lo ofrecido por Johan Soderqvist, cuya banda sonora se focalizaba en tres grandes elementos: el ambiente de desolación y horror; la infinita bondad y aceptación y, naturalmente, el amor puro e incondicional. Y ello, presentado y desarrollado de modo claro y, lo más importante, con vinculación tanto emocional como narrativa con respecto al guión literario.
En lo hecho por Giacchino no hay rastro alguno del espíritu de bondad y aceptación que tanto fortalecía al muchacho protagonista (y que se sustanciaba en forma del gran tema principal de la banda sonora, en su columna vertebral), ni tampoco huella del sentimiento amoroso entre este y la vampira, que en el filme sueco lograba imponerse al ambiente nebuloso. Aquí, la parte dramática es poco sustancial y débil, y lo que se prima es la ambientación misteriosa, anulando la gran profundidad de campo que se logró en el filme original. Lo que Giacchino aporta como novedad es un tono entre místico y religioso, con coros, que en realidad solo sirve para transformar lo que era un filme a lo Dreyer en un mero filme de género, convencional. Giacchino, por una vez, no ha estado a la altura.