Tres tenores de fama mundial se separan tras el engaño de uno de ellos, pero diez años después la vida los reencuentra y las complicaciones entre ellos aumentan aún más.
Para esta comedia de tenores y desmadres el compositor aporta la parte más frívolo y desenfadada de la banda sonora, en contraste con la seriedad de las piezas clásicas empleadas en el filme. Para ello, escribe un aria que es deliberadamente decadente y lo complementa con una extensa serie de melodías que son en su apariencia solemnes, pero que dejan entrever su sentido paródico, algo grotesco y enfatizado.