Este documental es un precioso tributo no ya solo al filme de Sergio Leone sino al empeño y el esfuerzo de unos jóvenes admiradores quienes, sin recursos, lograron rescatar de la tierra y del olvido el mítico lugar donde tuvo lugar el duelo final de Il buono, il brutto, il cattivo (66), un símil de circo romano según se compara en el documental o seguramente más una plaza de toros en la que Ennio Morricone aplicó su memorable música con referencias hispanas para el ritual de la muerte.

El documental incluye explicaciones del propio Morricone y también de Clint Eastwood, entre otros. Pero la música de Zeltia Montes, sorprendente y también valientemente, no está posicionada en el destino sino en el origen; no es la música a la que llegar sino aquella con la que se llega: no es la música de Morricone sino la que en todo caso va al encuentro con Morricone, aunque no sea exactamente así. Zeltia Montes es, en cierta manera, una más del equipo de excavación y reconstrucción, y es ella y su partitura quien pone aliento a los jóvenes cinéfilos empeñados en hacer revivir de la muerte el escenario. Y por ello en la banda sonora hay muerte que da paso a vida. Evidentemente hay auras y evocaciones a la música de Morricone, más a sus instrumentos que a las melodías, e incluso en un momento puntal del documental la compositora inserta voz soprano (como voz soprano -de Edda Dell'Orso- hubo en el filme) pero no para desenterrar una música (el tema L'estasi dell'oro) que nunca ha estado enterrada y olvidada sino para resucitar aquí sí ese instrumento -la voz humana- que forma parte del lugar, como las piedras y las cruces. Porque tal y como se indica en el documental -y la participación de James Hetfield de Metallica lo hace insistente- es Morricone una gran razón para no haber olvidado ese lugar, pero el genio romano no ha necesitado ninguna operación de rescate. Y es por ello que inteligentemente (y muy respetuosamente) en el logro final no suena Morricone en su esplendor pues hubiera sido como decir que también se le rescataba del olvido sino bien al contrario una pequeña, hermosa e íntima música para expresar la satisfacción por el logro alcanzado.