Cortometraje sin diálogos sobre un niño albino que no puede exponerse al sol tampoco puede jugar con sus amigos en la calle. Hasta que estos toman una determinación.
El compositor aplica una expansiva música, vitalista y abierta, que gira en derredor de un bello y muy luminoso tema principal, que nace cauto pero sin embargo llega a su punto álgido, con todo su esplendor, a mitad de cortometraje. Por ello, en lo sucesivo, solo puede mantener el nivel pero no tiene nada más que aportar, y por ello el filme pierde fuerza en su parte final. Como resultado, una banda sonora bella pero poco eficiente, que acaba siendo más exhibicionista que útil.