Investigando la muerte de su hijo, una pareja en crisis vuelve a tu antiguo hogar para recoger sus cosas y empezar una vida separados... pero todo cambia cuando encuentran un mensaje del niño invitándolos a participar en un juego de pistas.
El compositor aplica una música dramática que en un primer momento amplía en el espacio de la casa el amor familiar, la calidez y la unión entre los tres personajes (padres e hijo), y que se ubica temporalmente tanto en los recuerdos como en el presente. Se trata de un posicionamiento empático, cálido y sentimental que expone una cierta fragilidad que finalmente acaba por romperse cuando la música se vuelve a la contra y muestra un rostro perverso, inmisericorde.