En verano de 1910 un prestigioso pintor viudo lleva una triste y solitaria vida en la campiña francesa. La llegada del domingo se ha convertido para él en el mayor de los placeres. Ese día recibe la visita de su hijos y, lleno de alegría, disfruta del placer de conversar con ellos sobre la relación entre vida y arte.
Hermosa creación ambiental y dramática variada en temas líricos y sentimentales, con destacado tema principal y empleo del acordeón. Se acompaña de La pirate (84)