Una desinhibida joven acaba de sufrir su enésima ruptura sentimental con una chica y su tímida amiga necesita desmelenarse. Con ganas de empezar de cero en otro lugar, ambas se embarcan en un improvisado viaje por carretera rumbo a Tallahassee, pero todo se tuerce rápidamente cuando se cruzan con un grupo de delincuentes muy poco profesionales.
En este filme que es una suerte de película con marca Coen mezclada con el cine John Waters y Quentin Tarantino la banda sonora juega un doble rol: por un lado están las canciones, que funcionan ambientalmente, y por el otro la música de Burwell, que a su vez se desdobla en dos pretensiones, de desiguales resultados. En la primera la música juega la baza de lo gamberro y mordaz, con variedad de temas radicales en los que se desataca el uso del theremín para aportar un tono irreal, de Ciencia-Ficción, y también músicas que dan aires psicodélicos. En la segunda la música enfatiza lo sentimental y dramático, a ras de los personajes reales, con momentos de cuidada dulzura. Es una banda sonora que, pese a sus buenas intenciones, no acaba de cuajar en el filme.