Usuario: Mikel C.G Siw
Fecha de publicación: 04.04.2019
La primera película de Michael Bay, BAD BOYS, supone un divertido preámbulo de las características de este director tan especial. Acción y explosiones a raudales aunque inteligentemente concebidas. Hay personas que dicen que es un mal director; algo en lo que estoy en total desacuerdo. Como todo, depende del guion, pero él dirigiendo, técnicamente, es magnífico y el modo en que diseña las secuencias de acción me resulta excitante. Es una pena que haya desperdiciado su talento estos últimos diez años con las espantosas TRANSFORMERS. Su estilo está ahí, y me agrada, pero como películas son prácticamente insoportables. Espero que en el futuro vuelva a dirigir buenos films en los que su acojonante estilo se funda acertadamente con historias que interesen.
Mark Mancina, que venía de recibir todo tipo de halagos por su espectacular SPEED, asumió el encargo y se puso a trabajar de lleno para satisfacer las necesidades de un tipo tan nervioso como Michael Bay. El resultado es una más que correcta banda sonora con un tema principal muy destacado. A partir de ahí tampoco es gran cosa; la música ambiental es poco sustanciosa y los momentos dramáticos (muy breves) se resuelven de modo previsible. Todo mejora cuando explota la acción, que es en bastantes momentos. Ahí Mancina se desata con unas piezas electrizantes y muy intensas. Son, junto con el tema principal, lo más notable de la banda sonora.
Gracias a Dios que en LaLaLand se decidieron a editar el score hace unos años. Porque el disco oficial del 95 apenas incluía cuatro míseros minutos de música de Mancina y el resto eran canciones infames. Por supuesto, me lancé a por mi disco de LaLaLand con gran alegría, como suele ser habitual en las lujosas ediciones limitadas que esta discográfica saca con regularidad. Tampoco es que me compre todo lo que hay, sólo lo que me enriquece. Y este score de Mark Mancina, sin ser ninguna maravilla, me impactó bastante cuando lo escuché viendo por primera vez la película en el 95, con apenas ocho años. Mi romance con las bandas sonoras (y el cine, obviamente) empezaba a hacerse más fuerte cada día y todo iba adquiriendo significado. Así hasta llegar a hoy... y lo que Dios quiera que venga en el futuro. Por eso, a su manera, esta es una pieza a la que le tengo mucho cariño. Insisto; no es gran cosa, pero me gusta desde niño. Tiene mi respeto y mi simpatía.