Un adolescente debe ir a la guerra para luchar por la libertad junto a sus amigos, durante la Primera Guerra Mundial.
La compositora firma una hermosa y emotiva creación sinfónica que desarrolla en tres frentes: en primer lugar músicas para el entorno de conflicto y de tensión, para los momentos de peligro; en segundo lugar, música sentimental y romántica tanto para la relación amorosa del protagonista como para enfatizar su aura de pureza e inocencia; finalmente, música para trascender el relato y aportar un mensaje y una declaración de principios tanto en contra del horror bélico como de esperanza por un futuro mejor. A este propósito se dedica un desbordante tema principal que se inserta en el metraje contenidamente hasta que eclosiona en el final. El filme tiene algunos problemas en el montaje y en cierto sobreuso musical que hace que mengue su eficiencia dramática y narrativa: el tema de amor, por ejemplo, se presenta íntegro desde el primer momento, sin evolucionar a la par que los sentimientos del protagonista y por tanto acabando reiterado y estático. También hay cierta confusión con los propósitos de una música (exquisita) que hubiera sido más imponente con una menor y más ajustada presencia en el filme.