Dos amigos distanciados se reúnen durante una noche para intentar salvar la brecha que los ha dividido durante tanto tiempo.
El compositor aplica una creación de minimalismo maximalista, no tanto por el estilo musical -que algo tiene- como por sacar el mayor provecho a los recursos mínimos. Nueve maravillosas notas al piano le bastan para unir a dos personajes diferentes, cada uno de los cuales tiene en su tema personal rasgos característicos distintos. Aparentemente ella es más sufrida y él más optimista, pero en cualquier caso los dos comparten dolor y una misma necesidad, que expone claramente la música: su salvación. De alguna manera, esas nueve notas forman parte de una herida del pasado que se mantiene viva y que ahora necesitan sanar. La tristeza y la esperanza dialogan en la música y esas nueve notas atraviesan la oscuridad de la densidad electrónica, nebulosa, hasta acabar curándose. Las nueve notas de Cardelús ya no son del dolor del pasado sino de la esperanza por el futuro.