Siguiendo el rastro de una niña desaparecida, un ex policía se encuentra con un grupo secreto que intenta invocar a una aterradora entidad sobrenatural.
Muy lejos de sus impresionantes logros en el género del terror, Christopher Young parece no remontar de una apatía y falta de ideas que ya manifestó en la muy fallida Pet Sematary (19) y que lo equipara a otros compositores que hacen música industrial para el terror, y a quienes supera en todos los sentidos. Es posible, por lo que vemos es tendencia, que sea consecuencia de las decisiones de la industria, cada vez menos propensa a tener música con entidad y más de relleno, pero lo cierto es que el resultado va a la contra de un autor antaño tan alabado. Esta es otra creación insípida, insustancial y perezosa que se limita pautar los acontecimientos de modo banal en lo dramático e irrelevante en lo musical, con temas vacíos de contenido que hacen aún más desangelada y aburrida esta película. Remonta algo al final con dos temas corales que son categóricos, muy dramáticos, uno de ellos hermosamente siniestro y el otro, el principal, emotivo. Pero siendo este el más importante y determinante es también desaprovechado en el conjunto.