Usuario: Anónimo
Fecha de publicación: 23.04.2009
Elegantísimo trabajo sinfónico donde Fenton se muestra especialmente agudo en el retrato de personajes, centradose en Ernest y Agnes por separado para luego unirlos mediante la historia de amor. De ahi que por ejemplo el personaje de Ernest comience la película con una vitalista adaptación de una marcha de Purdon, reflejo de su concepto juvenil y aventurero de la guerra, que posteriormente da paso en las escenas en el campo de batalla a otros que van a describir su rechazo e impacto emocional, que le cambiara definitivamente, de un dramatismo y de una fuerza contenida ciertamente notables que terminaran por mostrar un nuevo tema, esta vez uno asociado exclusivamente al personaje, ya que tras sus experiencias en la guerra termina por quedar formada su personalidad. Por eso la marcha de Purdon vuelve a aparecer en la escena del lago, como recuperando por unos momentos ese impulso juvenil inicial perdido. Agnes por el contrario tiene tema própio desde el princípio ya que su personaje ya está construido, no sufrirá prácticamente cambios en su personalidad, describiendo la estabilidad emocional que mantiene y que le aporta a Ernest. En ambos casos resulta mucho mas eficaz y perspicaz el tratamiento musical de Fenton para entender a los personajes que los tristes esfuerzos de Attenborough y los actores por hacernos creible una historia que se mire por donde se mire es sosísima. Por último el maravilloso tema de amor ejerce de tercer nudo dramático que cumple sobradamente en sus diversas variaciones para ilustrar musicalmente el romance en sus distintas fases, sin aportar mucho mas a esta, pero de una incontestable belleza y un buen critério al utilizarlo, sin abusar de él. Es un trabajo musicalmente muy elaborado, que logra momentos extraordinarios como la primera aparición de Agnes a ritmo de vals, la llegada de esta a Venecia con sus juegos barrocos, la impresionante overtura inicial o el tema de amor en la escena del hotel como su posterior adaptación para acordeón. La única pega que se le puede poner es la lucha constante por acompañar unas imágenes que núnca estan a la altura del trabajo musical, que en el caso de los momentos intimistas gana la batalla, quedando perfectos, pero que se resiente en los momentos mas intensos, quedando algo artificiales y restandole eficacia, lo mismo que le ocurrirá posteriormente en la tambien estupenda Anna and the King. En cualquier caso el trabajo de Fenton es impecable, esplendido en su composición, brillante en su aplicación y digno compañero ese mismo año de esas obras maestras que son The Crucible o Mary Reilly.