El escritor Edgar Allan Poe colabora en la búsqueda de un asesino cuyos crímenes se inspiran en sus obras.
Solvente partitura en la que el compositor contrasta vivamente un entorno contundente con una parte romántica y psicológica delicada y cuidadamente frágil. Es un balance expresamente desequilibrado, en tanto las músicas que aplica para recrear el entorno -con un enérgico y poderoso tema principal que lo lidera todo- se impone claramente sobre la música creada para resaltar la aparente vulnerabilidad de los protagonistas. El carácter expansivo de las músicas infernales y pesadillescas tiene, pues, más fuerza que la música romántica, que es intimista y de cierta austeridad, pero que es bella y muy transparente. Este duelo es en realidad una lucha por la supervivencia de un tipo de música frente a la otra, si bien no se estructura exactamente en la forma de tema-contratema, aunque sí hay dos temas enfrentados, en tanto el compositor juega la baza del caos y desorden que provocan las diversas músicas amenazantes frente al orden y claridad de aquellas que se dedican a realzar emociones. Pero parece una batalla en la que vence el mal.