En el Siglo XIX, en un pequeño pueblo de Álava, un comisario investiga un suceso que le lleva hasta una siniestra herrería en lo profundo del bosque, donde vive un peligroso y solitario herrero. Los aldeanos cuentan oscuras historias sobre él relacionadas con robos, asesinatos y pactos demoníacos...
El compositor aplica una elaborada creación destinada a generar una atmósfera progresivamente más densa y claustrofóbica, que por momentos llega a ser pegajosa y hostil. Con orquesta sinfónica, coros y también electrónica saca provecho de lo étnico y folclórico no solo para la ubicación localista y para el contraste de lo lírico con lo terrorífico sino especialmente para revertir su belleza y transformarla en algo incómodo, que de hecho acaba por pertenecer a lo demoníaco. La música, en buena medida, domina los espacios del relato, no solo los emocionales y psicológicos sino especialmente los físicos, convirtindo a los bosques y lugares en lugares contaminados, tóxicos. En lo demás, hay amplia variedad de temas que generan caos, desorden y suman virulencia. Su notable y poderoso tema principal, y las sonoridades arcaicas y primarias completan adecuadamente una aportación esencial para dar al resto del filme profundidad, épica y perversión.