Un grupo de villanos se encuentran encerrados en una prisión de alta seguridad. Para salir de allí se unirán a un grupo dedicado a llevar a cabo misiones suicidas y son enviados una isla repleta de enemigos.
John Murphy sigue una línea estilística parecida a la que empleara Steven Price en el filme de 2016, pero con resultados bastante mejores. Es una banda sonora comercial, enfática y que, aplicada para lo espectacular y el dinamismo, cumple con su cometido. Se destaca por la fusión de lo sinfónico y el rock, por algunos momentos notables y también por la parte dramática que, aunque menos relevante, es al menos estimable. Es una creación que pretende servir a los propósitos del espectáculo y el entretenimiento, lo que cumple con solvencia y además aporta un estimable cariz retro.