Un joven se adentra en el mundo de los sueños y del horror, con la aparición de fantasmas espectrales.
La música impregna todo este filme de una sensación de inacabable horror, pero no explícitamente sino que cala poco a poco, a modo de una fina lluvia que busca provocar la zozobra en el espectador, pero sin ser demasiado elocuente. El compositor elabora una partitura inquietante y afligida, apoyada en los instrumentos de cuerda y especialmente en el piano, con sentido despiadado y cruel.