Un sacerdote estadounidense que trabaja en México es poseído durante un exorcismo y termina cometiendo un acto terrible.
La música es el elemento más destacado de esta película, que en los demás aspectos es tópica y convencional. Los compositores desarrollan su trabajo hábilmente en tres líneas que convergen: en primer lugar, naturalmente la música para el terror, que es poderosa y contundente, que se presencia explícitamente pero que también aparece más implícitamente, afectando a lo psicológico. Una segunda línea es la mística, muy dramatizada, en la que se incluye relevante presencia de voces turbadoras y contaminadas, contradictorias: unas acosando y otras buscando una liberación. Finalmente, un tema principal con guitarra para el protagonista, que resalta su naturaleza bondadosa y pura, pero que es permanentemente coaccionado por las otras músicas.