Una bailarina a principios de los años 70 sueña con triunfar contado como telón de fondo con los grandes éxitos de Raffaella Carrà.
Es difícil para un compositor poder aplicar música que tenga relevancia argumental y dramática en un filme donde las canciones (ajenas) son tan presentes en lo argumental y dramático, y en esos casos suele acabar siendo una sucesión de temas para ir acomodándose en las diversas escenas entre canciones. En el caso de este filme son las canciones de Rafaella Carrà las protagonistas y la música original de Roque Baños asume un rol secundario pero no por ello irrelevante. Se destaca porque ayuda mucho a contextuar la época y tiempo -los setenta-, con una serie de temas ambientales cálidos y empáticos, con obvio aroma a Antón García Abril pero con el ADN de Baños bien significado. Se destaca también porque incorpora al filme un elegante ternura, algo acaramelada pero no en exceso, que tiene mucho aroma a algunos de sus primeros trabajos para el cine. Pero se destaca sobre todo porque pese a la variedad y los obstáculos que le imponen inevitablemente las canciones logra mantener un desarrollo en continuum donde su música va siendo más relevante argumental y dramáticamente, en especial gracias a su sencillo y brillante tema principal.