Serie televisiva basada en la saga de videojuegos. 200 años después del apocalipsis, los apacibles habitantes de los refugios de lujo se ven obligados a regresar al infierno irradiado que dejaron sus antepasados y se sorprenden al descubrir que les espera un universo increíblemente complejo, alegremente extraño y muy violento.
Reseña de Manuel Báez:
Esta ha sido una de las grandes bombas, mediáticamente hablando, en las plataformas de streaming en lo que va de año. La serie se basa en la longeva y extensa saga de videojuegos de Bethesda (y otros desarrolladores, que se han encargado de algunos juegos), una mezcla de ucronía y distopía con un extenso lore, personajes variopintos y una característica narrativa entre el humor, el cinismo y la crítica descarnada. Entretenimiento puro, sin ambages ni pretensiones más allá de la visión despiadada del extremismo político y la violencia de la sociedad como ente.
Al margen de su éxito como serie, para comprender la banda sonora de Fallout, a cargo de Ramin Djawadi y de canciones populares, hay que explicar que la saga de videojuegos, por su carácter ucrónico escenificando un mundo similar al de la Guerra fría que desembocó en el temido desastre nuclear y un mundo tecnológicamente muy avanzado, tiene en la música preexistente una seña de identidad muy potente, algo que han sabido explotar muy bien en la serie. De hecho, gran parte de las canciones (si no todas) utilizadas, clásicos del jazz y de la música de los años 40 y 50, se habían utilizado también en los videojuegos. Y, al margen de lo bien que funcionan para situar al espectador en ese mundo asincrónico, en el plano de ambientación con un uso diegético y extradiegético de la música preexistente, su utilización no es arbitraria o meramente estética, sino que las letras suelen aportar ese componente de cinismo y humor que tan bien caracterizó a los videojuegos, y que la serie ha hecho suya. De ahí que sea santo y seña de la saga de videojuegos, un aspecto que ha sabido plasmar a la perfección la serie.
La aportación de Djawadi es menor: es cierto que hay pequeños elementos narrativos, como la utilización de variaciones sobre el tema principal de la banda sonora, preexistente, pues se ha respetado el tema de los videojuegos, así como en el plano dramático, por la forma en que su música aporta el otro lado de la distopía, la parte tecnológica, hostil y fría. Sin embargo, el carácter de la banda sonora original del compositor es más bien genérica y nunca logra transformarse en elemento diferenciador del carácter de Fallout, como sí hacen las canciones. La mezcla de esa música, casi digital y modernista, con las canciones con aire vintage y analógico, funciona muy bien cuando está equilibrada. Las canciones escogidas, sus letras, como elemento discordante o reforzador de la propia narrativa, son lo mejor de esta banda sonora. Y el trabajo de Djawadi funciona, especialmente durante los primeros capítulos, precisamente como elemento contrastante respecto a esa seña de identidad.
El problema viene a partir de los capítulos finales, especialmente los dos últimos, cuando su música se hace más presente que el uso de canciones preexistentes. Si bien la desaparición de ese equilibrio en favor de la música de Djawadi tiene lógica, por el desarrollo de los acontecimientos y la mayor importancia del Yermo (un espacio que es prácticamente un personaje en sí mismo en Fallout), es justo en ese momento cuando la música del autor debería hacerse más presente y necesaria, cuando el conjunto sufre por ser anodina y no tener características distintivas. Frente a una serie que apuesta por el riesgo en la narrativa y las formas estéticas, como ocurre en la saga de videojuegos, la música parece un elemento de fondo, poco sustancial, que se limite a añadir un poco de carga dramática a aquello a lo que ya cuenta todo lo que se ve y escucha.
A pesar de que la serie contiene muchos elementos por los que Djawadi podría haber destacado, como hiciera en Westworld o Game of Thrones, hay un desarrollo poco inspirado y olvidable, un fondo anecdótico en el que incluso el desarrollo temático y la narrativa (escasa) de la música pasan sin pena gloria. Una música intercambiable por cualquier otra, salvo por el uso del tema principal. Por todo esto, juzgar la banda sonora de Fallout es, en sí mismo, un reto. El apartado musical original de Djawadi está claramente por debajo de los otros aspectos artísticos de la serie, destacando más el tema principal que ya existía en los juegos. Sin embargo, cuando se acompaña de las canciones, excelentemente escogidas e implementadas, como ocurre en los primeros capítulos (especialmente en los primeros seis de los ocho capítulos), el conjunto se eleva y el resultado es muy superior y satisfactorio, obteniendo un resultado único.
Es imposible comprender el universo de Fallout sin sus canciones, y la serie ha copiado a la perfección este elemento de los videojuegos, sabiendo aprovecharlo como seña de identidad .En definitiva, un uso magnífico de las canciones populares y un uso bastante anodino de la música original que, de estar más inspirada, podría haber logrado una banda sonora de grandísimo nivel por los contrastes entre dos elementos tan diferentes en carácter y lo que cada uno aporta a la serie en forma de equilibrio dramático y elemento diferenciador. Un Djawadi más inspirado podría elevar la segunda temporada de Fallout a una dimensión completamente diferente en el plano musical.