En una remota isla de Nueva Inglaterra, durante la década de 1890, un veterano farero y su joven ayudante deberán convivir durante cuatro semanas para mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo. Pero las cosas se complican cuando surjen conflictos entre ambos.
Tras su exitosa The VVitch: A New-England Folktale (15) el compositor vuelve a firmar una música cuyo principal objetivo es hacer que la presencia del espectador en el escenario donde transcurre la acción sea progresivamete más incómoda, hasta hacerla insoportable. La turbación y el desasosiego que genera la música parte por supuesto de la tensión entre los personajes y de la hostilidad y aislamiento del entorno, pero no es tanto una música explicativa como implicativa y sobre todo inmersiva. Lo que contribuye de una manera decisiva a hacer de este filme una experiencia pesadillesca, rebosante de locura y fatalidad, es que no es una música efectista y simple sino refinada, sofisticada y muy elaborada, que está para generar caos, imprevisión y finalmente daño.