Flash, el héroe más rápido, viaja a una línea temporal en que la Tierra está en crisis y sus héroes perdidos o dispersados.
El compositor firma una amplia y variada creación sinfónica que a lo largo de las dos horas y media de película hace numerosos guiños musicales a los filmes del Universo DC, muy especialmente -y es lo mejor- al Batman (89) de Elfman. Tal es su vocación de no perder ninguna referencia, personajes o giros argumentales que, por falta de tiempo para el desarrollo resulta algo caótico, pero eso en buena medida redunda en beneficio del filme porque su torbellino de temas es también un torbellino de emociones que aporta un tono casi operístico, grandilocuente, también crepuscular y sobre todo muy apasionado. Sobresalen los momentos épicos pero especialmente los oscuros y los dramáticos, funciona bien en lo humorístico y maneja bien lo nostálgico.