Cortometraje sin diálogos sobre el quehacer diario de un joven con una obsesión: hacer las cosas cuatro veces seguidas.
El compositor, además de hacer un acompañamiento de la acción, ligero y desenfadado, aporta un tono de simpatía y afecto, que lejos de hacer burla o comedia del comportamiento del protagonista lo trata con ternura. La música es dinámica y narrativa.