Un magnate necesita vender su imperio a un banco antes de que se descubra que ha cometido un fraude. Además, a espaldas de su mujer y de su hija, tiene un romance con una marchante de arte francesa. Cuando está a punto de deshacerse de su problemático imperio, un inesperado error lo obliga a enfrentarse con su pasado y con su doble moral.
El compositor aplica una banda sonora ambiental que inicialmente aparenta ser apacible y calmada, también fría y distante, pero que poco a poco va transformando en una música obsesiva y perturbadora, también incómoda y de efectos incómodos y desagradables que le sirven, pues, para resaltar el tormento emocional y psicológico del personaje. Una tercera transformación de la música la lleva a un estado de agotamiento también aplicado sobre el personaje. Todo ello, fluyendo con aparente normalidad.