Dos jóvenes que practican el snowboard se desplazan en telesilla a una estación de esquí para efectuar una última bajada por la ladera antes de marchar a casa. Pero el telesilla se detiene: ni un alma alrededor y las luces de la estación se apagan para no encenderse de nuevo hasta el próximo fin de semana. Tendrán que hacer cosas impensables para poder sobrevivir a una muerte segura por congelación.
Partitura que el compositor desarrolla en dos niveles dramáticos y que mantiene en todo momento un tono sobrio, estable, tanto en lo que respecta a la música aplicada para remarcar el peligro como para realzar la sensación de indefensión y de soledad. Es precisamente en este nivel donde se ofrecen los mejores resultados de la banda sonora, gracias a su bello tema principal, delicado y elegante, y también austero.