Un hombre devoto de la literatura de Gustave Flaubert se traslada de París a un pueblo de la Normandía, donde conoce a una pareja con la que encuentra numerosas similitudes con la obra de su escritor favorito.
El compositor firma una sencilla y elegante banda sonora que aporta un tono evocador y también moderadamente irónico, y lo hace en base a una música que hace de la discrección su máxima virtud, manteniendo un carácter reservado y austero. Los intrumentos de cuerda y el piano son protagonistas y contribuyen a dotar al conjunto de refinamiento y sutileza, y se mantiene así hasta su bello tema final, que expande una mayor sensación de vitalidad y alegría.