Un samurai espera poder cumplir la misión de proteger la Llave de Izanagi del mal, formada por poderosas piezas y que cierra una puerta que franquea el umbral del mundo.
El compositor escribe una dinámica, espectacular y muy variada partitura, en la que aplica diversos estilos que varían sin provocar alteraciones: así, pasa de música sinfónica a romántica, de melodías hispanas a niponas e incluso con pinceladas de música funk. Sobresale por su poderoso y bello tema principal, por el empleo de intrumentos solistas étnicos (japoneses) y de la guitarra española, así como la aplicación de coros.