Usuario: ignus
Fecha de publicación: 23.03.2015
“Gladiator” es, posiblemente y a mi juicio, la obra más importante de la carrera de Zimmer, no solamente por ser, con seguridad, la más conocida y recordada por el público general (también una de las más polémicas) sino porque revolucionó la forma de escribir la música en el género (para bien o para mal, ese es otro debate), al igual que la película de Ridley Scott, que resucitó y cambió la forma de hacer cine de romanos (y con ello el de griegos y otras civilizaciones de la Edad Antigua), el de ahora mucho más directo y realista, en líneas generales, que las antiguas producciones que ofrecían una visión mucho más romántica. Pero “Gladiator” es también una de las obras cumbres de Zimmer porque, lejos de ser una música artificial, sin contenido y alma, es una obra redonda al servicio de la película, que no sólo aprovecha su potencial complementándola y logrando alcanzar musicalmente su titánica dimensión, la de una de las más grandes epopeyas que se hayan hecho en la Historia del Cine, sino que además aporta una muy sólida narración musical, con unos personajes impecablemente explicados y un contexto perfectamente construído, y además es la culminación y asentamiento de un largo recorrido estilístico en la carrera del compositor. En realidad, la obra de Zimmer es una revisión y ajuste a los nuevos tiempos de las bandas sonoras clásicas (donde diría que Ròzsa fue el que hizo las más grandes obras con “Ben-Hur”, “King of Kings”, “Quo Vadis?”, “Sodom and Gomorrah”, “Julius Caesar”... aunque hubo otros grandes compositores que aportaron mucho al género de romanos, como Alex North, Dimitri Tiomkin, Alfred Newman, Franz Waxman, los maestros italianos de las centenares de películas peplum que se hicieron entre los años 50 y 70…) porque en realidad la música de Zimmer se sigue estructurando de forma similar a como se ha hecho siempre (aunque también con muchas más libertades y dando más prioridad a lo ambiental), lo que cambia sustancialmente es el estilo musical, que pasa a unos tonos mucho menos clásicos y ortodoxos (y aquí sí concuerdo con los más puristas, evidentemente la de ahora es una música de menor calidad, pero hablamos de música de cine, de narrar y de emocionar, no de hacer buena música clásica), aunque incluso aquí en “Gladiator” se aprecian influencias de otras obras clásicas (algo por lo que también se la ha criticado, en mi opinión absurdamente porque no existe plagio alguno y tener influencias creo que es algo bastante natural). Muy resumidamente, la obra se estructura mediante numerosos temas, donde al protagonista Máximo se le atribuyen dos temas centrales para definir el personaje, uno para todo lo relacionado con su lado más humano (y el anhelo de volver a su casa con su familia) y otro para su lado heróico, pero (spoiler) al final de la película con la muerte de Máximo el tema del humano se libera de forma muy emotiva y bella, ya como tema principal, resolviendo musicalmente ese encuentro con su familia (que era lo más fundamental para el protagonista) y prevaleciendo sobre el lado heróico que pasa a ser leyenda. Para el emperador Cómodo, uno de los mejores antagonistas que ha dado el cine, Zimmer lo describe mediante un tenebroso y sinuoso tema con flauta y cuerda, que nos recuerda a una serpiente y lo convierte en un personaje aún más acechante e imprevisible (sobre todo cuando este tema suena y él no está), y es lo primero que oímos al comenzar la película (es curioso que en otras películas también comienza con el contratema). Más allá de esos temas, que son los más explicativos y los que mueven personajes en la historia, hay una gran cantidad de temas y música secundarios que, a diferencia de las obras más clásicas del género, aquí toman muchísima relevancia, pero siempre con el cuidado de no restar fuerza ni hacer sombra a los temas centrales, los realmente importantes. Existe una serie de temas para la acción, muy épicos, enfáticos y poderosos (el que se utiliza como clímax en las batallas importantes es espectacular, vibrante e inolvidable), otro gran grupo de temas para ambientar, con fuerte presencia de lo étnico (incontables las referencias a la música africana e hispana) pero también de formas más clásicas, e incluso operísticas, para representar Roma, con una música también poderosa, imperial, donde son más obvias las influencias clásicas pero no se rompe el criterio estilístico en ningún momento. Y no me puedo olvidar de la maravillosa voz de Lisa Gerrard, que aporta toda una dimensión de redención y espiritualidad a la película. Tanto se podría decir de “Gladiator” que no cabe duda de que es una grandísima obra, de las que duran y dejan una huella profunda, fascinante, inolvidable, irrepetible. Y mi cariño hacia esta obra de Zimmer es muy especial porque con ella me adentré al mundo de las bandas sonoras. Legendaria.