Secuela de Gladiator (00). Años después de presenciar la muerte del héroe Máximo a manos de su tío, Lucio se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro.
(Spoiler)
Que aparezca el tema de Cómodo del filme de 2000 tiene sentido mientras -tal y como se comenta- pende sobre Lucius la duda de si es fruto del incesto. Pero una vez es sabido que es hijo de Maximus no tiene absolutamente ningún sentido y es un completo despropósito recurrir a él para señalar a Lucilla, pues el tema era de Cómodo y nada más que de Cómodo, tal y como fue explicado, mostrado y demostrado en este vídeo. Reinterpretar su significado original para poder justificarlo en esta secuela solo puede contribuir a destruir un tema que funcionó espléndidamente desde el mismísimo inicio del filme. El tema es sibilino, una serpiente musical, tóxico y venenoso, y no tiene absolutamente nada que ver con la madre de Lucius.
Parece claro que de un modo casi desesperado Ridley Scott ha querido marcar lazos emocionales entre las dos películas, prostituyendo y malusando los grandes temas de Zimmer, allá tan magistralmente aplicados, arquitecturados y desarrollados, como también fue explicado, mostrado y demostrado en este otro vídeo. Así, y aquí, los temas de Máximo y el del hogar o de la familia, pues este es más abierto a interpretaciones, aparecen de modo muy disperso y caótico, parcheados, sin desarrollo ni renacimiento, sino simplemente incrustados para recordar el filme original. Se aprovecha, sí, el momento en que Lucius visita la tumba de su padre para que suene el tema de su padre... pero cuando Lucius se pone la armadura de Máximo para salir a combatir y defender la vida de su madre no hay ni rastro de la música, un nuevo sinsentido que destruye cualquier intento de emplear esa maravillosa música para crear algo en el filme. Igualmente, el tema del hogar (el Now We Are Free) simplemente se pone para emocionar al final de la película, pero si en el filme de 2000 era el final de un camino musical perfectamente trazado aquí no es más que el final de un trayecto lleno de confusión musical.
La música de Gregson-Williams es, como puede apreciarse en su escucha aislada, una maravilla, desmadrada, intensa, épica y brillantemente excesiva. Pero nada explica, para nada más que enfatizar se aplica. Hay tema musical nuevo para Lucius, apenas reconocible a pesar de sus apariciones, y ni Lucilla, ni los hermanos emperadores, Marcus o Macrinius los tienen. Probablemente -es una suposición, pero razonable visto el modo de operar casi usual del director- toda la música haya sido cortada y recolocada en distintos sitios a los originalmente previstos. Su intensidad y grandilocuencia va menguando progresivamente no por el tono de la música sino porque acaba por parecer que suena casi todo el rato lo mismo, aunque no sea así. A ello se suma el caos de las referencias a Zimmer, que tienen el agravante que cuando aparecen hacen fácil olvidar la música de quien lo está citando. Este desorden avergüenza al inteligente orden con que Scott y Zimmer construyeron musicalmente el Gladiator de Máximo.
ANOTACIÓN DE IGNACIO MARQUÉS