Japón, desolado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, entra en crisis tras la apparencia de un monstruo creado por la bomba atómica.
Esta nueva versión del monstruo japonés tiene abundante epicidad y acción pero también un acentuado transfondo dramático y emocional, centrándose más en los personajes que en los anteriores filmes. La música del compositor -en su primera intervención en la saga- es dramática, sombría y turbadora, lejos de la ampulosidad que caracteriza la tradición clásica en las películas de Gozdilla, algunas de cuyas músicas se utilizan en las escenas de batallas, como en el primer ataque. La aparición del legendario tema de Akira Ifukube (algo obligado) no perjudica la relevancia de la música original.
Con música sinfónica y electrónica, la banda sonora cuenta con un notable tema de seis notas para el personaje de Koichi, al que se aplican diversas transformaciones en las que se incluye un aire de espiritualidad, y también de tormento y sufrimiento. Frente a este hay un motivo de tres notas para Godzilla, apabullante y poderoso, y ambas músicas se enfrentan en la batalla final.