En una escuela de samurais surgen distintos conflictos entre los alumnos, especialmente con uno sobre el que pesan dudas sobre el destino que ha de tomar su vida.
El compositor participa musicalmente con una postura deliberadamente ambigüa, en la que recrea melódicamente un entorno que es casi bucólico para, desde esa posición, ir ahondando en las zonas más oscuras y siniestras de la condición humana. Es a ratos críptico y en otros momentos muy dramático, pero su creación resulta, en el fondo, un hermoso y poético canto a la libertad.