Primer filme hablado del director y el último en que utilizó a su personaje del vagabundo. Sátira política sobre el nazismo y sus devastadores consecuencias sobre la comunidad hebrea y mundial.
La importancia argumental y dramática de la película fue el principal factor para que el director rebajase considerablemente la importancia de la partitura a favor de una mayor abundancia de diálogos. Sin embargo, la melodía sirvió de nuevo para aderezar las secuencias cómicas y reforzar los aspectos más trágicos. Meredith Willson participó escribiendo una sinfonía.