Un hombre agrio y amargado sufre un vecindario de inmigrantes. Su único tesoro es un coche, modelo Gran Torino, cuyo vecino intenta robarle. Entre ambos, sin embargo, se iniciará una relación de amistad.
Partitura que se apoya, como suele pasar en el cine del director, en una melodía sencilla, nostálgica e intimista, con protagonismo del piano y que se aplica estáticamente a lo largo del filme. Lo más notable es la canción final, muy hermosa.