Filme basado en hechos reales. Tras haber luchado en la Primera Guerra Carlista, un joven vuelve a su caserío familiar en Guipúzcoa y allí descubre con sorpresa que su hermano menor es mucho más alto de lo normal. Convencido de que todo el mundo querrá pagar por ver al hombre más grande sobre la Tierra, ambos hermanos se embarcan en un largo viaje por Europa en el que la ambición, el dinero y la fama cambiarán para siempre el destino de la familia.
Unas músicas agrestes, ambientales, con orquesta y electrónica, acompañan el inicio de la película y generan una impresión incómoda, desasogante, violenta, muy oscura, que se mantiene hasta el momento en que el gigante y su hermano emprenden su aventura en busca de fortuna. Ahí el compositor abre la música y deja entrar oxígeno y luz a la película con empáticas y cálidas melodías que arropan a los hermanos pero especialmente al protagonista, con músicas en diversos niveles dramáticos: sentimental, cómico, dramático, evocador e incluso cierto aire circense, con moderado punto peripatético. Todo ello, aplicado desde una perspectiva externa a los personajes, como mirada sobre ellos, aunque en puntuales momentos sí entre piel adentro y exponga sus emociones. No es una música narrativa con la que se construya un discurso entendible, sino de impresiones inmediatas, lo que contribuye a acercar a los espectadores a los acontecimientos tal y como se suceden, a hacérselos vivir como si estuvieran allí. Las músicas ambientales del principio del filme se mantienen en el resto de la película, funcionan como contrapunto incómodo y sirven para realzar, por la mera comparación, la evocación emocional de las que se disponen -no sin cierto paternalismo- para generar simpatía por los protagonistas y sus desdichas. Es una banda sonora bella y elegante para un filme muy bello y elegante.