15 años después de que Hansel y Gretel tuvieran una desagradable experiencia con una malvada bruja, se dedican ahora a cazar brujas.
Desde hace ya mucho tiempo se ha impuesto en el cine norteamericano un tipo de música mecánica, industrial, sin alma, que se apoya más en recursos sonoros que no armónicos, y que consiste básicamente en meros fuegos de artificio, efectistas y con fecha de caducidad inmediata. Una vez escuchada esta banda sonora, por ejemplo, su destino más inmediato es el olvido. Porque no es más que una más del montón. Ni siquiera en sus pretensiones de dar un aire moderno es interesante, y su dinamismo (en los temas de acción) es pura rutina: da igual la película, este tipo de música puede servir perfectamente para un filme de catástrofes o de policías persiguiendo maldades. ¿Ayuda a la película? ¡Solo faltaría que no lo hiciera!. Pero hay maneras y maneras. Los compositores de cine, los clásicos, los maestros, los que han creado escuela, dejaban una marca imborrable. La de esta banda sonora es una marca blanca.