Ambientada en la década de 1860, una canadiense ferozmente independiente se embarca en una relación con un inmigrante danés. Sin embargo, la Guerra Civil los separa, dejándola sola en un lugar controlado por un poderoso ranchero y su violento hijo.
Para este apacible western el director y también compositor aplica una banda sonora tranquila, de tono nostálgico, que saca máximo provecho de los recursos de la música folk para enfatizar lo sombrío tras lo lírico, lo dramático tras lo sentimental. Es una creación que discurre por territorios íntimos, emocionales, que es más para los personajes que los paisajes y que, aunque algo reiterativa, funciona bien en su contexto y cumple con las pretensiones de ayudar a la inmersión en el filme.